miércoles, 15 de marzo de 2017

Equilibrio

El amor ni se exige ni se suplica.

Qué difícil me parece que dos personas se encuentren, y se amen en equilibrio perfecto.

Suele ocurrir más bien que uno de los dos ama, y el otro se acomoda.

Otras veces uno de los dos ama, pero el otro no le corresponde,
porque el verdadero amor ni se elije ni se conforma.
Y es entonces cuando surgen las noches en vela, y los versos amargos.

Pero a veces, muy pocas veces, ocurre que ambos aman, 
y se abrasan con la mirada,
y viven en el corazón del otro,
respirando su mismo aire.
Y es entonces cuando surge la poesía, la luz en los versos y en los tejados.


lunes, 6 de marzo de 2017

Libros de poesía

No puedo dejar de pensarte. Y es que no es para menos. Me tiemblan las manos y se me nubla la vista... Qué frágil me siento. 

Tengo la sensación de que has estado ahí siempre, en mi subconsciente...
En mis libros de poesía, guardados tantos años que se llenaron de polvo, 
en mis más borrosos recuerdos, 
en mis deseos más oscuros, 
en mi sufrimiento, sufriendo tú también en la distancia, 
en la soledad de los largos días, 
en los anhelos de mis frustraciones... sí, ahí es donde más te he sentido. 

Y ahora que te he visto, que te has materializado frente a mí, no he tardado ni un segundo en reconocerte.

Qué vacía estuvo la vida. Qué duro se hace saberlo ahora. Y qué difícil es vivir con la posibilidad de que esto, sin embargo, sólo este ocurriendo en mi mente, y no en la tuya también. 


jueves, 2 de marzo de 2017

Miércoles de ceniza

La calle empedrada está desierta. La luz anaranjada de farolas negras se apodera de la escena y todo cambia. Esa austeridad me traspasa y se me nubla la mente.

Cuántos habrán andando por estos suelos de piedra, y cuántas veces andé yo sin darme cuenta de su significado... De repente soy consciente del tiempo perdido, de la vida que podría haber sido y no fue. Viene el arrepentimiento y la culpa por lo que no se hizo, de lo que no se transformó y esperó tanto tiempo que casi desvaneció. 

Huele a incienso y la iglesia está abierta.

Guíame hasta allí. Vístete de negro, conviérteme, átame y enséñame. Aproxímate a mí, toca mi rostro con tus manos desnudas: arderé y seremos fuego contra la fría piedra. No creeré en otra cosa que no sea en ti.

Despiértame en la noche y atorméntame, quiero sentir que me abraso y me purifico. Acuéstate a mi lado, méceme y me adormeceré contigo, y cuando despierte me temblarán las piernas y me dolerá el cuerpo. Pero no importa, porque con la primera luz de la mañana se habrá pasado. Todo se habrá convertido en ceniza latente. 

Todo siempre pasa...